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Espacio de relajación y reflexión, el diván tiene sus orígenes en la antigüedad al discurrir a largo de las paredes de las viviendas romanas más acomodadas y constituir en la arquitectura palaciega islámica una estancia privada común para el reposo y el deleite.

"El diván de Nur" viene a ser un lugar virtual para la catarsis que provocan enclaves, historias, vidas, ciudades, sitios y paisajes del mediterráneo.


Una mirada introspectiva, retrospectiva y exploratoria por al-Andalus, el Magreb y la diversidad cultural del Mare Nostrum de una historiadora en permanente búsqueda

lunes, 8 de noviembre de 2010

El puente romano de Córdoba durante la época omeya

David Roberts. 1872. Molino de la Albolafia con arrecife.
A.Guesdon. Córdoba a vista de pájaro. 1855.Detalle de la Calahorra y el Puente Romano.

Desde que Córdoba se convirtió en capital de al-Andalus el progresivo crecimiento de la población origina distintas intervenciones sobre el tejido urbano. Aún con la limitada información que aportan las fuentes narrativas árabes, Córdoba aparece como la ciudad mejor documentada de la península e incluso de Europa durante los siglos VIII al XI.

A excepción de las cuatro obras monumentales que citan los cronistas árabes (Mezquita aljama, Alcázar, Madinat al-zahra y Madinat al-zahira ), resulta de sumo interés compilar y analizar noticias alusivas a obras edilicias como las reparaciones del puente.

Poco después de la llegada de los musulmanes, las crónicas mencionan una primera actuación en la ciudad: la reconstrucción del puente. El Ajbar Maymua refiere que el wali al-Samh (719-720) recibió orden del califa Umar de Damasco para rehacer la vía de comunicación.

La ciudad de Córdoba estaba derruida por la parte oriental y además tenía un puente ( yasar) por el que pasaba su río. Hízole ( al-Samh al califa ), una descripción de éste y de sus avenidas exponiéndole la imposibilidad de vadearle durante todo el invierno(...). Dícese que Umar le mandó levantar el puente con la piedra del muro si no encontraba piedra (...)[1]

A través de este texto podemos deducir que no existía desde el Sur ninguna posibilidad de acceso a la ciudad, el puente estaba roto y sólo cuando el caudal disminuía, resultaba posible atravesar el Guadalquivir. Si tenemos en cuenta a al-Maqqari, los arcos y el pretil prácticamente habían desaparecido “quedando solamente los pilares y los cimientos” por lo que al-Samh restablecería de nuevo las comunicaciones.[2]

El puente aparece mencionado nuevamente durante el mandato omeya de Hisam al-Rida.[3] cuando el emir supervisa una siguiente reparación en la que invierte cuantiosas sumas. Sin embargo, el pueblo consideraba que “lo edificó para su distracción en la caza y recreo”, es decir como vía de enlace desde el alcázar hacia el sur adonde Hisam cabalgaba para disfrutar sus momentos de ocio.
Podríamos pensar que una reconstrucción de tal envergadura no parecía tan necesaria en aquel momento, tal vez porque el puente no se hallara muy deteriorado. Al menos sólo se menciona una crecida del río en el año 779, pero desconocemos su virulencia o los destrozos ocasionados.

Sin embargo, la imagen más peculiar de la ciudad la aportaría el arrecife; un muelle o malecón que el emir ordenó reconstruir en la orilla derecha del río, aproximadamente entre el Este y el Oeste del lienzo meridional de la madina.

Su origen se remontaría a la época romana siendo reforzado con sillares unidos de mortero y cal. Pero en realidad se trataba de un camino (originariamente sin pavimentar) a un nivel inferior del puente y comunicado con una galería elevada (saqaif) por donde discurría agua potable. Para atestiguarlo García Gómez, remite al pasaje de Alvaro de Córdoba: Vida de S. Eulogio. En él se decía que un guardia del alcázar descubrió el cadáver del mártir en el río Guadalquivir, cuando de noche se acercó a beber de un canal elevado que por allí circulaba.
Otra obra pía de aquellos años fue la edificada por Mut’a, quien ha sido considerada tradicionalmente, yariya de al-Hakam I aunque en realidad se convirtió de una de las concubinas favoritas de Abd al-Rahman II

Con la llegada al trono de al-Hakam II encontramos referencias relativas a obras de carácter benéfico. Al-Mustansir edifica al Oeste de la mezquita una casa de limosna (dar al-sadaqa), tres escuelas en la madina y veinticuatro en los arrabales para las clases menesterosas.
Sin embargo la actuación más relevante en la ciudad aparece una vez más protagonizada sobre el puente , ya rehabilitado en dos ocasiones anteriores por los musulmanes. Verdaderamente esta arteria sufriría la acción de las crecidas del río aún después de ser reparado. En el 798-99 el agua rebasó las viviendas del arrabal “no quedando más que la algorfa de Awn el perfumista”[4].

La historia se repite nuevamente cuando en el 901 se abrió violentamente una brecha en el puente pero Ibn Hayyan considera que el episodio más catastrófico tuvo lugar siete años después. A su vez, Ibn Idari relata como en el año 945 el agua llegó hasta la torre del León del alcázar califal arrasando el final del puente y parte del arrecife.

No resulta casual que al -Muntansir emprendiera nuevas obras en el río tras un tortuoso período de catástrofes. De manera que en el verano-otoño del 971 ordenó construir una presa para desviar las aguas y dejar en seco los pilares del puente que amenazaban ruina.
Realizada con ramaje de jara de la sierra, arcilla y piedra, creemos que se ubicaría a Oriente , en la parte más alta del cauce y no en la más baja como citan los anales. De camino, los cimientos de los molinos fueron reforzados con piedra de las canteras cercanas y apuntalada con barras de hierro y cajones de madera.
Mientras tanto, el califa contemplaba el transcurso de las obras desde su azotea palatina impaciente de que finalizaran antes “que se echara encima el invierno. Y (...) se acabó la restauración el 26 de muharram de dicho año (18 Noviembre 971). Ese día montó a caballo el Califa al-Mustansir bi-llah desde el Alcázar de Córdoba en dirección al puente y cruzando el río, lo contempló terminado, por lo cual mostró su alegría y dio su aprobación, publicando su gratitud a Dios por la ayuda prestada[5]
.

Desde el siglo VIII las autoridades andalusíes mostraron interés en reparar arterias y caminos de acceso a la ciudad reaprovechando la infraestructura romana. Se pretendía recuperar la posición estratégica y comercial de la Córdoba imperial, sumida en decadencia durante los años visigodos. De manera que en un período de doscientos setenta años (719 -989) quedan documentadas veinte intervenciones urbanísticas: tres sobre el puente, elogiado como referente patrimonial del pasado emblema de la Córdoba islámica y símbolo todavía perenne en el siglo XXI.

Es la madre que amamanta a la ciudad ,el punto de confluencia de sus diferentes caminos, el lugar de reunión de sus variados aprovisionamientos, el collar que adorna su garganta y la gloria de sus monumentos insuperables.”
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[1] Ajbar Maymua.[2] al-Maqqari. Naft al-tib. Analectes sur l´histoire et la litterature des arabes en Espagne.[4] Ibn Idhari. Bayan II.[5] Anales Palatinos del califa de Córdoba al-Hakam II, por Isa Ibn Ahmad al-Razi.
[6] Ibidem.
Síntesis de la comunicación. "Obras públicas en la Córdoba musulmana a través de las fuentes árabes", presentada en el Congreso Ciudades Históricas, Patrimonio y Sociabilidad. Abril de 1999.
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