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Espacio de relajación y reflexión, el diván tiene sus orígenes en la antigüedad al discurrir a largo de las paredes de las viviendas romanas más acomodadas y constituir en la arquitectura palaciega islámica una estancia privada común para el reposo y el deleite.

"El diván de Nur" viene a ser un lugar virtual para la catarsis que provocan enclaves, historias, vidas, ciudades, sitios y paisajes del mediterráneo.


Una mirada introspectiva, retrospectiva y exploratoria por al-Andalus, el Magreb y la diversidad cultural del Mare Nostrum de una historiadora en permanente búsqueda

lunes, 8 de noviembre de 2010

El espacio-cocina en la arquitectura doméstica andalusí.



Encontrar en la vivienda andalusí un espacio exclusivamente concebido para tareas culinarias resulta una tarea harto difícil ya que atendiendo a la naturaleza del territorio y las condiciones socioeconómicas de los moradores parece que no existía un único ámbito de preparación de alimentos propiamente dicho.

Por regla general la casa fue en al-Andalus ámbito sexuado entendiéndose como femenino, restringido, introvertido frente al mercado abierto exterior abierto y poblado mayoritariamente por hombres. Tanto en el/los espacio/s cocina como en el patio, la mujer amasaba el pan en lebrillos, preparaba alimentos, calentaba la comida en anafes o conservaba víveres para finalmente
almorzar en familia. Así el propio patio parecía lugar prestado a la comensalidad como también lo pudo ser el estar.
[1]

Sin embargo el hecho de que las tareas de aprovisionamiento y manutención requirieran varias horas pudo condicionar que en algunas casas hispanomusulmanas la cocina fuera un lugar exclusivo como así queda constatado en las viviendas almohades de la Alcazaba de Mértola y Siyâsa (Cieza. Murcia). Espacios donde hallar no sólo menaje de cocina sino aves colgadas antes de ser preparadas o distintos recipientes que requirieran el aliñado o el reposo de las carnes y pescados en adobo.

Siyâsa en Murcia parece el único lugar donde el espacio culinario está bien definido por la presencia de sus distintos elementos: alacena, banqueta, hogar de obra con huecos inferiores donde guardar leña y repisas para utensilios.

Sus viviendas estudiadas por Julio Navarro Palazón, estuvieron alojadas por familias de cierto rango. Tras el salón principal, la cocina adquiría la mayor superficie con unas dimensiones que pueden hacernos pensar no sólo en una dependencia exclusiva para la preparación de alimentos sino en habitáculo que
pudo desempeñar varias funciones, incluso la de reunión.
[2]

En el yacimiento de Castillejo de los Guájares (Granada) la cocina parece adquirir una menor superficie ( 2,19 X 2,60 m ) cuyo hogar de arcilla modelada aparece asociado a un ajuar.
[3] Sin embargo todo apunta a que la actividad doméstica de esta casa rural también pudo desarrollarse en los patios; elementos proveedores de luz con presencia de alacenas de mampostería, repisas, hogares y abundante cerámica.
En Bayyâna, (Pechina, Almería) el lugar culinario se relaciona con la pieza menos uniforme de una casa califal del siglo X. Habitación rectangular de unos diez metros, iba precedida de otra muy pequeña destinada probablemente al almacenamiento o a labores previas de cocción. Llama la atención su austeridad ya que las paredes apenas aparecían revocadas y en ocasiones iban revestidas de barro. Pero no todo quedaba reducido a la cocina ya que la presencia de hogares circulares y restos de ceniza en habitaciones y patio nos conducen nuevamente a pensar que podía cocinarse en cualquiera de estos sitios.
Volvemos a un contexto rural doméstico también califal, “Vascos”, en Toledo donde los hogares se sitúan junto a las paredes internas de las habitaciones, cerca de la puerta y a fin de permitir la salida del humo. Su presencia no debe interpretarse exclusivamente como estructura culinaria sino tal vez calefactora, dadas las bajas temperaturas que podían darse en épocas de frío.

Es en Vascos donde además aparece un tipo de hogar situado en el centro de una estructura fija de ladrillo, adosada a uno de los muros pequeños de una habitación cuya superficie tal vez pudo servir de repisa para los objetos necesarios en la cocina
A pesar de una mayor concreción funcional de los yacimientos abordados, las casas cordobesas califales no parecen presentar una exclusividad culinaria espacial sino más bien lo que se comprueba es la existencia de hogares o estructuras de combustión en ángulos de los patios. De este modo se pone de manifiesto que la cocción de alimentos se realizaba en anafes donde se despositaban ollas, cazuelas y marmitas y cuyo fuego podía graduarse en función del plato que se quisiese preparar.
[1] GUICHARD, P. “La casa andalusí. Ensayo de lectura antropológica”. Casas y palacios de al-andalus”. Granada. 1995,[2] NAVARRO PALAZÓN , J. ”La casa andalusí en Siyasa. Ensayo para una clasificación tipológica”. La casa hispanomusulmana. Aportaciones de la arqueología. 1990[3] BERTRAND, M et alii “La vivienda rural medieval de el Castillejo de los Guájares.”La casa hispanomusulmana. Aportaciones de la arqueología. 1990.