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Espacio de relajación y reflexión, el diván tiene sus orígenes en la antigüedad al discurrir a largo de las paredes de las viviendas romanas más acomodadas y constituir en la arquitectura palaciega islámica una estancia privada común para el reposo y el deleite.

"El diván de Nur" viene a ser un lugar virtual para la catarsis que provocan enclaves, historias, vidas, ciudades, sitios y paisajes del mediterráneo.


Una mirada introspectiva, retrospectiva y exploratoria por al-Andalus, el Magreb y la diversidad cultural del Mare Nostrum de una historiadora en permanente búsqueda

sábado, 6 de noviembre de 2010

Wallada bint al-mustakfi a través de las fuentes andalusíes




No vamos a hacer un esbozo literario imaginando todo lo que se dice de Wallada acerca de estereotipos míticos que tanto gustan a escritores versados y no versados y a los que suele ser fácil caer a veces, ante la ensoñación que siempre produce al-Andalus.

De manera que algo secas y descriptivas quizás resulten estas líneas, pero estimo que suficientes para esbozar el retrato de la princesa omeya según nos cuentan los autores andalusíes. En este caso y fiel a la ética cronística procedo a mostrar lo que Ibn Bassam e Ibn Jaqán recogen en sus compendios y biografías.

Hija del califa omeya Muhammad III al-Mustakfi, Wallada bint al-Mustakfi nació en Córdoba durante los tiempos de Almanzor, en el año 994. Sin embargo, cuando tomó conciencia del mundo, observó una época de constantes disturbios protagonizados por la fitna, guerra civil que asoló las principales ciudades andalusíes y la llegada al poder de los Banu Yahwar al fundarse las primeras taifas. 
Su padre, perteneciente a la familia omeya sólo gobernó al-Andalus en el año 1024 y a los diecisiete meses de su mandato huyó del alcázar de Córdoba disfrazado de cantora.
 

Débil, indolente y libertino fue asesinado en Uclés por uno de sus cortesanos que lo acompañaron en la fuga. Con la fortuna que Wallada heredó de al-mustakfi abrió un salón literario en capital andalusí donde se reunían los más notables poetas y literatos del momento para recitar y debatir cualquier asunto intelectual. 
Según Ibn Bassam Wallada era: “la primera de las mujeres de su tiempo; su garbo libre, su desdén por los velos daban testimonio de su ardiente naturaleza. Por otro lado, tal era el mejor medio de manifestar las cualidades interiores, las plásticas notables, la dulzura de su rostro y de su carácter. Su casa en Córdoba era el lugar de reunión de las gentes nobles de la capital; su salón el palenque donde luchaban poetas y poetisas. Los literatos se dirigían hacia la luz de esta nueva luna brillante como hacía el faro de la noche. Los poetas más excelentes, los escritores más notables se esforzaban por obtener la dulzura de su intimidad a la que era fácil llegar. Añadía a esto una gran violencia de carácter junto a la fogosidad de su naturaleza y con una propensión a la generosidad que la venía de raza.”
Una actividad que provocó varias habladurías sobre la conducta libertina de la poetisa, dando lugar a la murmuración de que sus hombros llevaba bordados unos versos poco comunes en las mujeres nobles andalusíes:


"Estoy hecha por Dios, para la gloria
Camino orgullosa por mi propio camino.
Doy poder a mi amante sobre mi mejilla
Y mis besos ofrezco a quien los desea"


Habladurías que incluso dieron pie a que una de sus alumnas protegidas, Muhya la satirizara con este poema :

"Wallada ha dado a luz y no tiene marido,
se ha desvelado el secreto
ha imitado a María
mas la palmera que la Virgen sacudiera
para Wallada es un pene erecto." 


Sin embargo otros autores refieren que Wallada se caracterizó por su recatada honestidad y se le atribuyen como propios los siguientes versos:

Aunque las gentes admiren mi belleza soy como las gacelas de La Meca cuya caza está prohibida”


Ibn Baskuwal nos informa de que fue “muy culta e instruida, principalmente en la poesía y las letras, lo que la permitió competir con los hombres de letras conversas, con los poetas y discutir con los hombres de ciencias”. Contando con treinta años, conoció al poeta y visir de los Banu Yahwar; Ibn Zaydun que frecuentando sus reuniones quedó profundamente impresionado por ella. Ibn Jaqán decía que sus grandes cualidades para el canto y que “ su buena educación, gracia, distinguida conversación y hermosura robaban los corazones y maduraban el temperamento de los jóvenes”.

De manera que Ibn Zaydun al que empezó uniéndole una amistad se convirtió en un amor extremadamente pasional que inspiró una nutrida y profunda poesía, recitada por las gentes de Córdoba durante mucho tiempo. El poeta nos cuenta su primer encuentro amoroso con Wallada cuando le envió un papel en el que decía:  
“Espera mi visita a la hora en que las sombras de la noche sean oscuras, pues juzgo que la noche es la que mejor oculta los secretos”
“He sentido por ti tal fascinación que si la luna la hubiese experimentado, jamás aparecería (...)
Las impresiones de la cita se recogieron en estos poemas:

“Cuando (...) la noche tendió la trama de sus velos, Wallada vino avanzando con un talle flexible como un ramo, unas caderas redondas como las dunas bajo los efectos del viento. Bajaba sus ojos parecidos al narciso (...) y nos dirigimos hacia la sombra tempestuosa de un bosquecillo floreciente (...) donde los árboles se enderezaban y los cursos de los arroyos se desbordaban de agua; las perlas del rocío estaban esparcidas; y el vino puro y generoso de la felicidad estaba contenido en nosotros . Pero cuando atizamos el fuego del amor(...) cada uno de nosotros (...) expuso los secretos de su alma. Nos pasamos una noche en beber el néctar de los labios..., y cuando me separé de ella por la mañana, le recité unos versos” 

Unos versos a los que respondió la princesa...


"¿No tenemos pues tras ésta separación un medio de reunirnos para que cada enamorado se queje de los obstáculos que ha encontrado?
“Aún cuando me visitabas en el invierno, pasaba la noche ardiendo de deseo después de tu marcha”(...)
“Las noches pasan sin que nuestra separación acabe y sin que la paciencia me libre de la esclavitud del amor".


Una relación que terminó acabada por los devaneos de Ibn Zaydun con una esclava negra. Presa de ira y celos al haber sido suplantada por una mujer de inferior condición, Wallada puso sus ojos en el ministro Ibn Abdus y reprochó a su amado poeta con satíricos versos:

"Tu apodo es el hexágono, un epíteto que no se apartará de ti
Ni siquiera después de que te deje la vida.
¡Pederasta, puto, adúltero, cabrón, cornudo y ladrón!"



Tras la ruptura definitiva con la princesa, Ibn Zaydun vagó algún tiempo por los alrededores de Córdoba esperando poder atraerla de algún modo. Pero, preso del desconsuelo y la tristeza, le escribió su último poema que ha sido considerado como uno de los más bellos en la literatura andalusí.

"¡Ay que cerca estuvimos y hoy qué lejos ¡
Al tiempo delicioso de las citas
la desilusión durísima sucede.
Cuando vino aquel alba a separarnos
También vino la muerte, y por llorarme
diligente se alzó la plañidera".
 

Muy pocos datos más se conocen sobre la vida de Wallada. Nunca llegó a casarse aunque debió continuar su vida con Ibn Abdus pues Ibn Bassam dice que ambos vivieron más de ochenta años. Wallada bint Mustakfi cerraba definitivamente sus ojos un 26 de Marzo de 1091, casualmente el mismo día que el rey sevillano Al-Mut'amid defendía Córdoba del asedio almorávide dejando pues un legado que todavía hoy se recuerda en la ciudad.


Fuentes
IBN JAQÁN al-Fath b. Muhammad. Qalasid al-Iqyan fi mahasin al-ayan. Presentación e indíces de Muhammad al-Annabi. Túnez: Al-Maktaba al-Atiqa .
IBN BASSAN abu l-Hassan ali al-santarini. Al-Dajira fi mahasin ahl alyazira. Libia-Túnez :La casa árabe del libro,1981.
Monografías de interés  
SOBH, M. Poetisas arábigo-andaluzas. Granada, Diputación Provincial, 1994.
GARULO, T. Diwan de las poetisas andaluzas de Al-Andalus. Madrid, Ediciones Hiperión, 1985.